Las instrucciones eran dibujar una pintura de Picasso al revés sin girarla en ningún momento.
Al comienzo me pareció difícil, ya que mi cerebro era pidiendo literalmente a gritos que girara el papel para mirar como me estaba quedando... en ese instante creí que me iba a quedar feo por lo que no sabía siquiera si las proporciones eran las correctas.
Mientras tanto, escuchaba música y se me fue olvidando y mi mano se empezó a soltar cada vez mas, hasta que se me olvidó que tenía que quedar bien para mi propia satisfacción. Cuando terminé giré el papel, y me di cuenta de que había quedado mejor de lo que habría aspirado nunca, a excepción por la cara; aunque el resultado fue de mi agrado.
En conclusión: Una experiencia inolvidable, dibujo bonito hecho al revés.